Nuestro pueblo disfruto de la final tanto en las casas de los morilenses, los bares y pubs y en la caseta municipal donde se instaló una pantalla gigante para seguir gran evento.
Todos sufrimos, gritamos al ver el juego duro de los holandeses, nos desesperabamos al ver como terminaba la primera parte sin ese toque caracterisitco que se vio frente a Alemania y que caracteriza a la selección española haciendo del futbol un arte en todo su esplendor.
El corazón nos dio un vuelco que dio paso a una alegría cuando en el minuto 62, ese gran santo de nuestra portería salvaba el mano a mano con Robben, la desquicia nos sobrevolaba tras ver el pasar de los minutos y que por mucho que se intentaba no llegaba ese gran suspiro que soltamos tras marcar el gol, rezabamos al empezar el tiempo extraordinario de la prórroga y cada vez más fuerte se sentía la necesidad de que el fútbol fuera justo con nosotros, hasta que en el 117 del partido llega la recompensa, se rompen gargantas, brotan las lágrimas, florecen los abrazos los saltos la alegría, la rabia y el estrés contenido nos daban fruto a mirar al cielo sabiendo que se había hecho justicia. Tras casi 6 minutos más de última angustia, los españoles nos corabamos campeones del mundo.
En nuestra localidad la inundación de las calles de banderas, coches, motos y sobre todo pitidos de bocinas se mantuvieron durante varias horas, concluyendo la fiesta como su un gran dia festivo se tratara.
Los más responsables terminaron pronto en casa, los que menos se mantuvieron hasta altas horas de la madrugada, pero todos se sintiero en ese momento morilenses y sobre todo españoles y campeones del mundo.
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